Producto de la rebosante y fabulosa imaginación creativa de un idealista por definición, de la pluma de Miguel de Cervantes Saavedra emergería para el orgullo y grandeza de las letras hispánicas la que es considerada como el punto de partida referencial de un legado histórico invaluable que aglutinaría en todo su contexto a la cultura hispanoamericana desde su primera publicación en 1605 y, aún mucho más en su incalculable aporte, en los siglos posteriores a la misma.
La propuesta ideológica del celebérrimo don Quijote de la Mancha planteada por Cervantes es la historia de un entrado en años iluso impedido de razonamiento lógico por demencia temporal que, muy en el fondo de su drama, despertará la admiración del lector por su decidido y denodado aferramiento a los ideales propios del ser humano perfecto en sus valores más ejemplarizantes: honradez, valentía, sentido ecuánime de la justicia; ayuda al necesitado, humildad, honestidad, ausencia de avaricia e hidalguía en esencia, todo ello acontecerá a Alonso Quijano (don ‘Quijote’) en un lapso de pérdida del sentido del juicio, “locura”, designada así por quienes le rodean, que lo conducirá a la búsqueda desesperada e infatigable de su objetivo más central, el de la entrega total del amor puro, verdadero e incondicional, fiel en su máxima expresión, el amor iluso pero a la vez obsesivo y tortuoso que siente y profesa por su inexistente, imaginaria e inalcanzable Dulcinea del Toboso.