En Una Habitación Propia, Virginia Woolf argumenta que, para que una mujer sea capaz de escribir ficción, necesita dos cosas esenciales: una habitación propia que simbolice el espacio físico y mental para la creación, y quinientas libras al año que representen la independencia económica.
A través de un ensayo reflexivo, la autora explora las barreras históricas y sociales que han impedido a las mujeres desarrollar su genio creativo, como la falta de educación, la pobreza y las expectativas sociales. Para ilustrar su punto, crea la figura de la hermana ficticia de Shakespeare, una mujer igualmente talentosa pero condenada a la oscuridad por las limitaciones de su época. El libro es una defensa elocuente de la autonomía femenina y un llamado a la igualdad de oportunidades para las mujeres en el ámbito artístico y cultural.
